El Lupus es una enfermedad autoinmune crónica que afecta al tejido conjuntivo. Se caracteriza por una inflamación y daño de tejido causado por el sistema inmunitario, concretamente a la unión de anticuerpos a las células del organismo y al depósito de complejos antígeno anticuerpos.
El Lupus ataca concretamente al aparato reproductor, articulaciones, piel, pulmones, vasos sanguíneos, riñones, hígado y al sistema nervioso. La enfermedad tiene picos o crisis alternados con remisión de la misma.
Se presenta más comúnmente en africanos y asiáticos. Afecta 9 veces más a las mujeres que a los hombres. Se tratan comúnmente con corticoides, inmunosupresores y antipalúdicos como la hidroxicloroquina.
La historia del lupus eritematoso se puede dividir en tres periodos: el clásico, el neoclásico y el moderno.
El periodo clásico comienza cuando la enfermedad fue reconocida por primera vez en la Edad Media y se vio la descripción de la manifestación dermatológica de la enfermedad. El término lupus se atribuye al médico del siglo XII Rogerius, quién lo utilizó para describir el eritema malar clásico.
El periodo neoclásico se anunció con el reconocimiento de Móric Kaposi en 1872 de la manifestación sistémica de la enfermedad. El periodo moderno empieza en 1948 con el descubrimiento de las células del lupus eritematoso (aunque el uso de estas células como indicadores de diagnóstico ha sido ahora abandonado en gran parte) y se caracteriza por los avances en nuestro conocimiento de la fisiología patológica y las características clínicas y de laboratorio de la enfermedad, así como los avances en el tratamiento.
La medicación útil para la enfermedad fue descubierta por primera vez en 1894, cuando se divulgó por vez primera que la quinina era una terapia efectiva. Cuatro años después, el uso de salicilatos en conjunción con la quinina demostró ser todavía más beneficioso. Este fue el mejor tratamiento disponible para los pacientes hasta mediados del siglo veinte cuando Hench descubrió la eficacia de los corticoesteroides en el tratamiento del lupus eritematoso sistémico.
A pesar de los efectos beneficiosos que presentó el uso de corticoesteroides, se presentaron casos en los que dicha medicación causó mas daño que beneficio.
En la década de los 50, la mayoría de los pacientes diagnosticados de LES vivían menos de cinco años. Los avances en diagnosis y tratamiento han aumentado la supervivencia al punto en que más del 90 % de los pacientes ahora sobrevive más de diez años y muchos pueden vivir relativamente sin presencia de síntomas.
La causa más común de muerte es la infección debido a la inmunosupresión como resultado de los medicamentos usados para controlar la enfermedad. El pronóstico es normalmente peor para hombres y niños que para mujeres. Afortunadamente, si los síntomas siguen presentes después de los 60 años de edad, la enfermedad tiende a tomar un curso más benigno.