27 de junio de 2011

Falsos mitos sobre la leche

Existen bulos como el que asegura que la leche en cartón no vendida en el plazo de caducidad se repasteuriza y vuelve al mercado.
También se ha dicho que existe un número en la base de los cartones que indica las veces que esa leche ha sido reutilizada.
Recientemente, la OCU ha asegurado en un informe que bebemos peor leche que hace 10 años.

Hace pocos días tuvimos conocimiento de un estudio sobre la calidad de la leche que consumimos llevado a cabo por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) en el que se concluían varias cosas: por ejemplo, que esta calidad había bajado en los últimos 10 años y que existían diferencias abismales entre las marcas.

Desde Consumer, por su parte, han elaborado un informe en el que se trata de acabar con falsas creencias sobre la leche. Alertan de la existencia de informaciones enviadas a través de correos que informan, por ejemplo, de la reutilización de la leche en cartón que no se vende dentro del plazo de caducidad. Según este bulo, esta leche regresa a la fábrica para ser repasteurizada y vuelve al supermercado de nuevo.

También existe una falsa leyenda que aconseja fijarse en un pequeño número que se exhibe en la parte inferior del envase y que indicaría el número de repasteurizaciones realizadas a la leche, hasta cinco (algo, que realmente se refiere a un código relacionado con los fabricantes de estos).

Los envases de cartón de leche se producen en grandes bobinas con varios rollos. Estos reciben una numeración del uno al cinco que permite identificar en qué posición de la bobina se ha producido un determinado envase. Según el bulo, la legislación permitiría a las centrales lecheras repetir este ciclo de tratamientos térmicos hasta cinco veces (algo absolutamente prohibido por la normativa comunitaria vigente en la Unión Europea sobre alimentos caducados).

Otras noticias falsas relacionadas con los alimentos son evitar un conocido lácteo funcional (probiótico) entre menores por su efecto negativo sobre la salud ya que, de forma presunta, inutilizaría el organismo para generar su propia flora bacteriana (punto este del todo imposible), o el reciente informe que de manera hipotética demostraría que los imanes de las neveras crean un "campo electromagnético" que altera la composición atómica de los alimentos y los convierte en dañinos para la salud.


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