19 de agosto de 2011

PNL (Programación Neurolingüística)




La PNL (Programación Neurolingüística) constituye un modelo, formal y dinámico de cómo funciona la mente y la percepción humana, cómo procesa la información y la experiencia y las diversas implicaciones que esto tiene para el éxito personal. Con base en este conocimiento es posible identificar las estrategias internas que utilizan las personas de éxito, aprenderlas y enseñarlas a otros (modelar); para facilitar un cambio evolutivo y positivo. 

La Programación Neurolingüística, por analogía con el ordenador, utiliza los patrones universales de comunicación y percepción que tenemos para reconocer e intervenir en procesos diversos (aprendizaje, terapia, afrontamiento del estrés, negociación, gestión de conflictos, superación de fobias, etc...). El campo de trabajo es tan amplio como lo es el de las relaciones interpersonales.

Tuvo su origen en las investigaciones de Richard Bandler y John Grinder, auténticos padres de la PNL, que trataban de averiguar por qué determinados tratamientos de tres terapeutas en Estados Unidos ( Satir, Erickson y Perls) conseguían mayor éxito que el resto de sus colegas.
La PNL es el estudio de lo que percibimos a través de nuestros sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto), cómo organizamos el mundo tal como lo percibimos y cómo revisamos y filtramos el mundo exterior mediante nuestros sentidos.

Además, la PNL investiga los procesos que hacen que transmitamos nuestra representación del mundo a través del lenguaje. Es por tanto una aplicación práctica que nos permite, mediante técnicas y herramientas precisas, reconocer y desarrollar habilidades para el crecimiento personal y la mejora de las relaciones interpersonales. 

Pero sobre todo, nos permite conocer de manera objetiva la percepción de los demás y la de nosotros mismos. Es como si tuvieramos incorporado una "Máquina de la verdad" que podemos manejar de manera infalible en un 99% de los casos.



7 de agosto de 2011

Peligros del pescado crudo

También conocida como anisakidosis, esta parasitosis digestiva es muy conocida en el Norte de Europa y en Japón, donde el consumo de pescado crudo o marinado es muy habitual. En España el número de casos de infección sigue siendo limitado, pero aumenta a medida que proliferan los restaurantes en los que se sirve sushi o ceviche, por ejemplo.

La enfermedad se manifiesta varias horas después de la ingestión del pescado parasitado. Las larvas provocan dolores gástricos y posibles náuseas, vómitos y diarreas. Hay personas, en cambio, que ni siquiera se dan cuenta de que están infestados.

El anisakis en un gusano que vive en el estómago de mamíferos marinos (delfines, ballenas…). Los huevos de las hembras se expulsan con las heces de estos animales y se abren en el agua. Entonces, las larvas son ingeridas por pequeños crustáceos que, a su vez, constituyen el alimento de otros peces.
La mayor parte de los pescados de consumo habitual pueden estar infestados (arenque, caballa, bacalao, atún, pescadilla, rape, salmón, merluza…).

Prevención: para prevenir la presencia de anisakis, basta con tomar algunas medidas simples antes de consumir pescado crudo o semicrudo: el pescado debe, o bien cocerse a temperaturas superiores a 60 ºC, o bien congelarse durante 24 horas a temperaturas inferiores a -20 ºC.


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Estrías

Las estrías, esos antiestéticos surcos que aparecen en la piel (sobre todo en vientre, pecho, muslos, caderas, rodillas y antebrazos), y que en verano es cuando más se lucen (o, mejor dicho, deslucen), son el resultado visible de la rotura de las fibras de elastina y colágeno de la piel, tras verse sometidas a una presión que no pueden soportar. Suelen hacer su aparición estelar en la adolescencia, durante o tras el embarazo, y también a raíz de la menopausia, ya que sus dos causas fundamentales son los cambios hormonales y las variaciones de peso, aunque la genética tiene también gran parte de culpa.

Una vez que aparecen, hacerlas desaparecer por completo es muy, muy complicado, aunque sí que es posible atenuarlas hasta hacerlas casi imperceptibles. Como en todo, siempre es mejor prevenir que curar, y para evitar su aparición, lo mejor es hidratar a conciencia las zonas más propensas, especialmente en los momentos más críticos: adolescencia, embarazo, menopausia, mientras se está realizando una dieta…  Con una piel bien hidratada y elástica, la posibilidad de que aparezcan estrías disminuye muchísimo.

Durante el embarazo es especialmente importante, y muy fácil, prevenir la aparición de estrías, masajeando diariamente el pecho y el vientre con un producto específico, para que la piel esté preparada para soportar la tensión, y las fibras sean más elásticas y no se rompan.

La cosmética puede ayudar mucho a mejorar su aspecto, y hay todo tipo de cremas, aceites y bálsamos orientados a atenuarlas. El aceite de rosa mosqueta, que tiene un alto contenido en ácidos grasos esenciales, es uno de los mejores tratamientos para combatir las estrías, ya que ayuda a restaurar las fibras de colágeno de la piel, y, por tanto, a suavizarlas mucho (por cierto, también es ideal para las marcas de quemaduras, cicatrices y arrugas). Se puede utilizar de forma externa, por medio de masajes con cremas que lo contienen o con aceite puro, o interna (a través de la nutricosmética).
Si prefieres pasar por la consulta del médico estético y acabar con ellas de forma más radical, las mejores opciones (por el momento) son el láser, la radiofrecuencia fraccionada y la carboxiterapia (aunque esta última requiere de 15 a 20 sesiones y es bastante dolorosa).


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